La verdadera felicidad humana, no son los reflejos de nuestros deseos y egoísmos hacia una mejora respecto de los ámbitos de la vida física, sino el renacer hacia una búsqueda del interior de la mente. Para ir descubriendo la realidad espiritual, donde cohabitan los dones divinos, los cuales nos pueden ayudar a entender la perfección de la rectitud moral, ética y espiritual.
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